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Interacción social. Definición implícita

Definición implícita

I 3.1 Toda interacción contiene un acto comunicativo y un componente de relación, como ya apuntaba el segundo axioma de la comunicación humana del modelo de Palo Alto. Ese componente de relación viene marcado por la definición, que es la forma en que una parte decide y asigna de forma unilateral los roles de la interacción. Esta asignación se lleva a cabo rápidamente y de una forma siempre implícita. Con las definiciones hablan las relaciones en un formato de lenguaje que lleva siempre implícito el estatus de los roles de las dos partes siguiendo siempre la pauta de: “YO actúo de tal forma y debes responder de tal otra”. Yo te doy una reprimenda y me escuchas, yo te enseño y aprendes, yo juego a hacerme el tonto y me corriges, yo pido tu ayuda y me socorres, yo mando callar y te asustas, yo no quiero pero te hago un favor y tengo que criticar tu plan y me lo agradeces… Por lo tanto, las partes se preocupan por determinar y prescribir muy bien tanto el rol que ellas van a desempeñar (Yo) como el rol que debe desempeñar el otro (). La definición determina siempre de forma exacta el rol de las dos partes y no de una sola.

I 3.2 Con las definiciones las partes establecen los modos de relación que conciben como útiles para lograr sus objetivos. Este trabajo se desarrolla de forma conjunta pero unilateral dependiendo del modelo mental que cada parte tenga de la relación, lo que de alguna manera puede llevar al principio al conflicto o a alguna forma de competición.

La definición es la forma en que una parte decide y asigna de forma unilateral los roles de la interacción.

I 3.3 La definición permite la clave que se va a poder emplear y cierra las posibilidades a claves que no tienen sentido en la relación creada. La clave define que la comunicación se base, por ejemplo, en el lenguaje coloquial, en el lenguaje administrativo impersonal, en el lenguaje de la pelea callejera, o en forma de broma. Por ejemplo, en el esquema “Yo mando callar y te asustas”, hay poca cabida para el sentido del humor. Una clave puede cambiar totalmente el sentido de los mensajes. La clave de humor permite muchos más mensajes que la clave de comunicación de instrucciones por parte de la dirección.

I 3.4 La definición permite y prohíbe temas que son imposibles de abordar desde planteamientos especialmente asimétricos. Por ejemplo: desde el planteamiento autoritario “Yo te enseño y aprendes” hay poco margen para el diálogo constructivo de tú a tú en el que las partes comparten información de forma simétrica. Puede que las partes partan de la ilusión de la posibilidad de una comunicación simétrica y de igual a igual, pero la asimetría de la comunicación viene marcada y es una consecuencia de la asimetría de la relación.

I 3.5 La definición condiciona la emoción y dificulta su cambio o el modo de aceptarla o no. Por mucho que la clave empleada en la interacción suavice o refuerce la forma de la interacción, siempre habrá emociones que serán inviables en definiciones tales como las del esquema Yo te mando callar y te asustas. En este caso no caben las risas, ni las alegrías por las dos partes.

I 3.6 La definición se sirve y se apoya en la comunicación no verbal de forma casi total. En realidad, no es posible imponer la definición si no es usando este canal de comunicación, salvo en contextos administrativos más impersonales. En el caso de los textos escritos en los que las partes no han establecido una definición previa, se puede decir que la parte autora decide la definición, pero al no tener la retroalimentación necesaria para comprobar el efecto del mensaje, no puede saber si está estableciendo una definición o si, por el contrario, está generando un efecto contrario e inesperado en el otro, efecto que no se conocerá de inmediato, y eso no es bueno. Las redes sociales pueden mandar mensajes equívocos, por ejemplo.

Solo con la postura y los gestos, las partes comunican más información útil para la relación que con un largo discurso lleno de argumentos. El lenguaje escrito adolece de esta ventaja.

I 3.7 La definición construye al personaje y lo configura y le limita sus posibilidades. Es decir, que cuando imponemos una definición haciendo prosperar uno de nuestros esquemas Yo… y …, entonces, al aceptar el otro nuestra definición, está aceptando su lugar y el estatus que le hemos dado, con las características que nosotros hemos decidido destacar en él y obviando rasgos y aspectos que no recoge nuestra definición, a pesar de que el otro pueda considerarlos importantes. Volvemos a la idea de que la definición decide y prescribe los roles de las dos partes.

I 3.8 La definición no puede no existir. Dicho de otro modo, siempre existe una definición, que puede improvisarse en el momento o que puede venir heredada de interacciones anteriores en la misma relación. La comunicación neutra y sin imposición de roles no existe, al margen de notas informativas impersonales.

I 3.9 La definición es tan importante y necesaria en toda relación que, como comprobamos a menudo, hay interacciones que solo tienen por objetivo definir la relación. Es el caso de manifestaciones autoritarias del esquema “Yo te asusto y tú te inhibes”, en las que la parte dominante puede estar manteniendo la interacción sin más interés que perpetuar la forma de la relación con él como ascendiente.

Hay hechos y gestos, como el acto de regalar, de visitar enfermos, de reprender, de preguntar por determinados asuntos que no interesan, que solo pretenden que el otro sepa en qué lugar nos tiene y en qué lugar le tenemos, pero que en la mayoría de los casos no nos interesan por el acto en sí.

I 3.10 La definición siempre se impone, nunca se negocia. En el intercambio de la interacción siempre las partes deciden de una forma unilateral cuál es la mejor definición posible para la ocasión y la utilizan de hecho con sus intercambios. Del mismo modo, las partes pueden aceptar o no la definición impuesta por el otro, para lo cual deben renunciar a imponer la suya. No existe otra forma posible de decidir cuál va a ser la definición que prevalezca, por lo que no caben negociaciones y sí imposiciones tácitas. Sabemos que ante una imposición cabe acceder, negarse o ignorar, y lo mismo sucederá con la definición del otro. Todo este proceso competitivo se desarrolla de la forma más natural y no conlleva necesariamente hostilidad. Por lo tanto, la única forma de rechazar la definición del otro es imponer la propia.

I 3.11 Las definiciones no se pueden rechazar negándolas explícitamente. La información referida a la definición se transmite de forma tácita. Si hablásemos de ella de forma explícita ello constituiría el motivo y tema de la comunicación en sí, entonces se emplearía una definición también implícita en el modo de tratar este tema. De esa definición implícita tampoco se hablaría. Así entraríamos en una fase recursiva que siempre se nos escaparía. Llegamos a la conclusión de que no existe un metalenguaje para poder negociar explícitamente y de forma última las definiciones.

I 3.12 Una vez aceptada una definición los movimientos se restringen y se hace más difícil rechazarla.  Es difícil ser habilidoso para rechazar una definición, porque este rechazo es una maniobra que depende mucho de la asimetría, de la estrategia que se persigue, de la forma en que cuidamos el futuro de la relación, y  de otros factores de forma y fin. Por otro lado, es difícil porque al gran esfuerzo que supone muchas veces imponerse al otro se añade el factor tiempo. Recordemos que la imposición se hace en tiempo real y en los breves primeros instantes de la interacción. Una vez establecida una definición, marca un protocolo no explícito que va a restringir los movimientos y la capacidad de maniobra de la parte sometida. En relaciones reiteradas o muy reiteradas, como es el caso de las relaciones fósiles de familia o trabajo de larga duración, las pautas de interacción están muy establecidas y los márgenes para el cambio son muy pequeños.

I 3.13 Cuando los interlocutores dominantes compiten por imponer su definición la lucha se cronifica. En estos casos las relaciones son competitivas de forma crónica y la posibilidad de entendimiento está condenada al fracaso. Es como si cada uno fuese por su propio camino y hablasen cada cuál un idioma. Lo curioso es que las partes intentan entenderse muchas veces, incluso con ayuda de mediadores, pero sin renunciar a su definición, lo que lleva a callejones sin salida difíciles de explicar en apariencia.

I 3.14 Los repertorios de definiciones son variables. Hay quien tiene muchas definiciones para diversas ocasiones y, al contrario, hay quien solo tiene unas pocas, pero siempre pueden ensayarse y aprenderse nuevas que muchas veces se incorporan de algún modelo del entorno. En cualquier caso, la falta de habilidades sociales marca un exiguo repertorio de definiciones que se reiterarán en cualquier contexto. De forma estratégica se puede emplear conscientemente siempre la misma, por ejemplo, nos podemos acorazar en el personaje del “sargento de hierro” para asustar y salir ventajosos en las sucesivas imposiciones de definiciones, después solo cabrá educar a los demás en ese personaje. Por cierto, el personaje puede ser el de un intolerante e intransigente con maneras corteses que jamás muestra enfado, pero nunca claudica a la definición del otro.

I 3.15 Ante una definición impuesta y no conveniente cabe actuar con rapidez:

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