I 9.1 Negación. Por este concepto se entiende toda actitud contraria a los hechos u opiniones tal y como se dan en el entorno, incluso define la no existencia de entidades. Son gestos de negación: cerrar posibilidades (me opongo a su propuesta), denegar el estatus de existencia (los fantasmas no existen), impedir tu conducta (te prohíbo que hagas eso), no acceder a tus deseos y necesidades (mi respuesta es un no rotundo), boquear iniciativas (tu idea no se llevará a cabo porque no me gusta), desbaratar tus planes (hoy no vas a salir con tus amigos), alterar entornos favorables a algo que no nos interesa (desde mañana mismo vosotros dos estaréis en departamentos distintos).
I 9.2 Entidad. Este concepto se refiere a todo aquello a lo que se refiere el lenguaje. Hablamos de cosas que existen en el mundo real, tales como un piano, o una ballena o una gastritis. Hablamos también de cosas que no existen en el mundo real, tales como un vampiro, un dragón o un elfo. Hablamos también de cosas muy interesantes porque existen en el mundo real dependiendo de quién tenga capacidad para creer en ellas y ningún interés en comprobar su existencia, tales como la suerte, los fantasmas o las maldiciones. Todo ello son entidades que como tales existen en la mente de quien las utilice como concepto.
I 9.3 El lenguaje crea realidades con solo referirse a ellas. Adquieren entidad las cosas en el pensamiento o cuando les dirigimos la conciencia y por medio del lenguaje. Fuera de ahí nada existe.
Si hablo de un sapo peludo, entonces existe en mi mente, como los vampiros, o los unicornios, o las sirenas, también como la alegría, o la depresión, o la amistad, o cualquier concepto concreto o abstracto. Existen en mi mente, lo cual me permite hablar de ellos. Si no existieran en mi mente no podría hablar de ellos. Existe en mi mente todo aquello de lo que puedo hablar y en lo que puedo pensar, nada más. Aquello de lo que no tengo noción o concepto y que por consiguiente no existe en mi mente, no existe para mí. El virus de la gripe solo existe en mi mente desde el momento en que me hablaron de él, mientras tanto no existía, como no existía el concepto gripe hasta que me hablaron de él. Por el contrario, lo que existía antes de mi concepto de gripe era el concepto de “encontrarme mal por un gran resfriado”. Sus síntomas existían y eran reales, pero la gripe no. Tener habilidades sociales es algo que existe en mi mente desde el momento en que me hablaron del concepto, antes solo existía algo difuso parecido a “saber desenvolverse bien” o algo así. ¿Cuántas cosas existen para los demás, pero para mí no? Tantas como conceptos tengan en su mente que falten en la mía. ¿Cuántas cosas existirán en el futuro en mi mente o en las de los demás que ahora no existen? Tantas como conceptos nuevos se creen o se conozcan.
El lenguaje crea realidades con solo referirse a ellas. Adquieren entidad las cosas en el pensamiento o cuando les dirigimos la conciencia y por medio del lenguaje. Fuera de ahí nada existe.
A este respecto, los inventores de enfermedades y de síndromes psicológicos modernos tienen un campo sin límites para actuar. Basta crear el síndrome, proponer sus síntomas y esperar a que la gente se identifique con él. En cuestión de días podemos ser etiquetados con un trastorno psicológico que antes era imposible que padeciésemos sencillamente porque aún no se había inventado. Subrayamos lo de inventado porque los problemas psicológicos se inventan y se patentan, pero nunca se descubren, porque la única entidad que tienen es la que propone y determina la comunidad científica que les da forma y sentido.
I 9.4 El planteamiento del tema es la confirmación de la entidad de la cosa hablada. Con el lenguaje se pueden tratar las cualidades de la entidad, incluso su cualidad de existencia real o no, pero con el lenguaje no se puede invalidar su existencia como entidad. El hecho de hablar de algo es hacerlo ser, aunque no se lo pueda encontrar en el mundo real, por ejemplo, un vampiro. Al hablar de algo se le da entidad y se le asimila y clasifica en un campo semántico con connotaciones emocionales y racionales positivas o negativas.
También hablar de un problema es hacerlo ser. Imaginemos un niño que ha llorado para llamar la atención. Si al rato de haberse callado se le vuelve a preguntar si ya se encuentra bien, es muy fácil que vuelva a llorar, por lo menos pondrá cara de disgusto y muecas de dolor. La pregunta implica recrear el escenario en el que: “él llora porque hay una causa que lo aflige y un adulto lo consuela dándole su tiempo y cariño”. La definición del niño es: Yo lloro y Tú me consuelas. El sentido de la pregunta del adulto es lo de menos, lo importante es que éste crea la escena que quiere eliminar. El adulto quiere confirmar que todo ha vuelto a la normalidad y, si puede ser, quiere averiguar la causa del llanto para prevenir que no vuelva a suceder el episodio. No obstante, lo único que consigue es poner en marcha el esquema del llanto y reactivar la definición del niño. Muchas veces el niño estará expectante buscando la mirada del adulto para provocar la pregunta. Solo hace falta la pregunta para poder volver a llorar. El lenguaje desencadena el esquema completo. Si la pregunta tarda en producirse, entonces es fácil que el niño inicie un llanto para forzar la atención del adulto. Si el adulto atiende el llanto, entonces el llanto será inconsolable y con una intensidad desproporcionada a la causa, que puede incluso que no exista.
Hacer caso a la conducta que se quiere eliminar es confirmarla y, por lo tanto, provocarla. Hacer caso es aceptar jugar en ese juego con unas pautas y protocolos predeterminados. Por ejemplo, si decido meterme en un ambiente determinado habrá cosas que serán normales y habrá unos protocolos para seguir lo que se considera una conducta normal, pasa lo mismo si acepto hacer ver al otro que respondo a las pautas de su conducta y acepto su definición de la interacción. Si pregunto si ya te encuentras mejor te confirmo como enfermo y entonces vuelves a llorarme y a quejarte, o a poner mala cara, porque he aceptado entrar en el juego en el que tú me necesitas y yo te ayudo o te consuelo.
I 9.5 A nivel emocional no se puede negar. El lenguaje emocional tiene una función directa, de forma que designa claramente a través de la comunicación no verbal el sentimiento real. El concepto de negación es lógico y corresponde al lenguaje formal. La comunicación no verbal no puede transmitir negaciones. Las emociones son las que son y no hay una emoción de no alegría, por ejemplo.
I 9.6 La entidad nunca puede ser negativa. Definiciones negativas afirman entidades. Si me dices que Juan no es un ladrón, ni un chivato, ni un obseso sexual, me hablas de campos y categorías que no pertenecían al concepto Juan, pero desde que las mencionas sí. Ahora no sé qué pensar de Juan, pero por lo menos valoro aspectos negativos de su personalidad que antes ni me había planteado.
I 9.7 La mente no puede negarse a representar lo que se le sugiere. Afirmar que “no pienses más en el problema x” es una frase tan ingenua como la clásica “no pienses en un sapo peludo”. Podemos elaborar la información que se nos presenta, pero no podemos negar la información en sí. El poder del lenguaje es mayor del que pensamos.