En un modelo basado en la eterna influencia entre el entorno y la persona, nuestra unidad mínima de estudio es el movimiento, tal y como se entiende en el contexto del juego. Un movimiento es una acción simple que puede integrarse en una secuencia compleja y que se realiza con el fin de influir en el entorno para adaptarlo a las necesidades del individuo. Al conjunto de movimientos simples orquestados en una secuencia compleja lo denominamos estrategia.
Un movimiento es una acción simple que puede integrarse en una secuencia compleja y que se realiza con el fin de influir en el entorno para adaptarlo a las necesidades del individuo. Al conjunto de movimientos simples orquestados en una secuencia compleja lo denominamos estrategia.
En este sentido las estrategias pueden complicarse hasta el punto de volverse absurdas y recargadas para responder a realidades no menos complejas, aunque no siempre esté justificada esta correspondencia. Dado que el fin de todo movimiento es el de modificar el entorno de una forma reactiva o proactiva, entendemos que cualquier movimiento sirve para poner en marcha acciones que compensen las desviaciones que se producen respecto a lo que los actores entienden que es el curso ideal de las cosas, de ahí que hablemos de acciones compensatorias.
Particularidades de las acciones compensatorias
AC 1.1 No se puede no actuar. En cualquier relación en la que una persona inicia una acción que afecta al espacio psicológico de otra, los individuos siempre responderán, porque no se puede no actuar. Siempre se iniciará algún tipo de movimiento de tipo reactivo o proactivo. Incluso cuando se responda con el inmovilismo para manifestar de forma estratégica una postura de no reacción, se estrá actuando con una estrategia conservadora y pasiva que obedecerá a un fin.
AC 1.2 Como norma general podemos suponer que las acciones compensatorias irán encaminadas en la dirección de corregir desviaciones en la asimetría. En el caso de P se trabajará por aumentarla, y en el caso de Q para disminuirla, porque esta es la forma de ganar poder por las dos partes. Recordemos que una persona dependiente (Q), casi siempre puede hacer algo por reducir la asimetría. Es muy raro el caso en que no se da esta posibilidad, todo depende de la voluntad de hacerlo, de la necesidad de real, de la habilidad para reconocerse recursos disponibles, de la habilidad para imaginar y aplicar acciones nuevas a problemas viejos, y de otros múltiples aspectos que podemos manipular en nuestro beneficio.
AC 1.3 Toda acción en sí es un acto comunicativo también y, por lo tanto, deberá analizarse en el contexto del cuadro multidimensional de la interacción, de lo contrario se perderá parte de la perspectiva para entender de verdad qué está pasando (I 8.1). Recordemos que las personas también nos comunicamos con nuestros hechos.
AC 1.4 Las acciones compensatorias suelen ser simples, sin obedecer a un plan, porque más bien se hilvanan sobre la marcha con la mirada puesta en el horizonte de la necesidad que se desea satisfacer, pero de una forma natural, en tiempo real, y aprovechando los movimientos del otro para responder de la forma que mejor permita la situación de acuerdo con la necesidad imperante.
Muchas veces, las acciones suelen ser jugadas ensayadas que en el pasado dieron resultado en situaciones similares, por lo tanto, las reutilizamos a modo de pautas y guiones. En general somos muy poco originales en nuestras acciones y estrategias. En el día a día no existen los planes secuenciales meditados y elaborados paso a paso, sino un repertorio limitado de respuestas predispuestas para cada tipo de problemas. Es impresionante lo limitados que pueden llegar a ser estos repertorios y la escasa creatividad de la gran mayoría de las personas para idear nuevas acciones. De hecho, consideramos al otro como predecible cuando nos aprendemos sus dos o tres respuestas por problema, o su forma general de responder. Si se produce alguna innovación en estos repertorios suele ser por copia o imitación de una fuente inspiradora, pero no por propia elaboración.
AC 1.5 Primero se actúa y luego se racionaliza la actuación. El hecho de plantear una estrategia no quiere decir que la persona se identifique con ella. La lectura de lo que se está haciendo es libre y sujeta a la subjetividad, tanto para los observadores ajenos como para uno mismo. Muchas veces actuamos movidos por la emoción y aplicamos soluciones que nos apetecen o que constituyen la única herramienta de nuestro repertorio. Solo después racionalizamos los motivos de nuestra acción con mayor o menor detalle.
Primero actuamos y luego vestimos teóricamente nuestros actos.
El contexto presente, las personas interlocutoras ante las que nos queremos justificar, el estado de ánimo en el momento de justificarnos y demás elementos de la situación, son los responsables de que racionalicemos de un modo u otro lo que hemos hecho en el pasado. El resultado de la justificación puede ser muy diferente según las circunstancias en que la hagamos y dependerá mucho de quién tengamos delante. En cualquier caso, primero actuamos y luego vestimos teóricamente nuestros actos.
AC 1.6 Todas las acciones compensatorias vienen marcadas por lo que llamamos el principio de afirmación: “lo que yo hago o digo soy, si lo aceptas me afirmas, si no lo aceptas me rechazas”. Este principio tiene unas implicaciones muy complejas y secuestran al individuo y al otro por igual. Al emisor lo obliga a ser coherente y a aferrarse a sus hechos ciegamente por prescripción de la necesidad operativa de coherencia (N 4.1.4). Al receptor lo obliga a aceptar los actos del otro si concede una especial importancia a la relación.
Todas las acciones compensatorias vienen marcadas por lo que llamamos el principio de afirmación: “lo que yo hago o digo soy, si lo aceptas me afirmas, si no lo aceptas me rechazas”.
En el primer caso podemos pensar en la difícil situación que supone la maniobra de la reversión (explicada en capítulo aparte). En el segundo caso, todos hacemos todos los días como que aceptamos determinados hechos y opiniones de los demás para no manifestar al otro que lo rechazamos como autor de un acto u opinión, lo contrario sería enturbiar relaciones y, por lo tanto, se vulneraría el imperativo ético que previene acerca de lo estúpido que es cerrarse opciones