M 7.1 Decimos que se produce un posicionamiento cuando alguien hace evidente su postura ante algo o alguien. Es la forma más abierta de autoexposición en la que las partes dejan clara su posición en el tablero de juego de las dinámicas de la interacción.
M 7.2 Cuando la elección es libre el posicionamiento es una forma de comunicación y de autodefinición normalmente deliberado y con intención de que sea percibido. En ese caso hablamos de posicionamiento activo. En cambio, cuando la persona es obligada a posicionarse (“o conmigo o con él), estamos ante una definición de preferencias o ante un posicionamiento pasivo. El posicionamiento es activo o pasivo dependiendo de si surge por iniciativa de influir en el entorno o, de forma diferente, surge como elección libre o forzada de adherirse a un líder o facción.
Decimos que se produce un posicionamiento cuando alguien hace evidente su postura ante algo o alguien.
M 7.3 El posicionamiento puede concretarse de muchas formas, desde un modo explícito con una declaración pública, hasta uno discreto con un cambio de rumbo en los actos o con una adhesión callada en el hecho de arrimarse al líder.
Seguir o adherirse al posicionamiento de otro es confirmarlo y hacer propia su causa. Esto puede hacerse abiertamente o de forma tácita, incluso con mensajes subliminales para que el líder entienda o deduzca que la adhesión ha tenido lugar.
M 7.4 Como toda decisión importante, el posicionamiento define y cierra unas puertas y abre otras oportunidades. Posicionarse en un campo poco conocido de forma prematura no es una buena idea, porque el posicionamiento determina la memoria de la relación de forma irreversible. Esta irreversibilidad será más o menos firme cuanto más o menos sensible sea el tema de cara a las necesidades del amenazado. Por otro lado, dado que nuestra sociedad no tolera el rasgo de la inconsistencia, una posición errónea no se podrá revertir gratuitamente sin un fuerte coste personal de cara al futuro. Posicionamiento e inconsistencia son incompatibles siempre.
M 7.5 Partiendo de una concepción del espacio psicológico en el que las partes perciben a los demás repartidos en tres grandes grupos, los podemos concretar del siguiente modo: los afines considerados positivamente, los no afines considerados negativamente y el grupo de los no clasificados y neutrales. En este contexto, los posicionamientos reveladores que desvelan posturas que definen a la persona y que antes no se conocían, obligan a revisar el concepto de la persona misma en cuanto se producen (es homosexual, vota a determinado partido, es partidario de determinada persona, es de ideología x, es o no afín a mí). Esto conlleva aspectos positivos y negativos como los siguientes:
- Reubican a la persona en el espacio psicológico propio, de forma que el posicionamiento en temas mayores condena el posicionamiento en temas menores.
- Pueden convertir al otro en una posible amenaza.
- La persona se estereotipa y se clasifica como a sus afines.
- Se le aplicarán los a priori determinantes, lo cual le afectará en otros ámbitos que se verán contaminados.
M 7.6 Cuando el posicionamiento no tiene un claro objetivo evidente podemos pensar que estamos ante un acto comunicativo pragmático. Muchas veces responde a fines estratégicos de cara al futuro. Como ejemplos de estos fines tenemos:
- La necesidad de conseguir aliados para una causa futura o para satisfacer las necesidades de sentirse líder.
- Para marcar el territorio y sentar doctrina. Mucha gente necesita construir su personaje y dejar clara su impronta.
- Para marcar límites ante una amenaza (por celos, por defensa legítima, por lo que sea).
- Para estructurar el ambiente y cambiar el entorno a otro más favorable, o divertido, o interesante.
- Por puro narcisismo. Hay quien no soporta pasar desapercibido.
- Otros.