R 8.1 Cualquier relación pasa por momentos que le son propicios y otros que no lo son tanto. El hecho de que notemos que una relación pasa por su mejor momento o al contrario, nos da a entender que somos conscientes de que algo hay en el hecho relacional que puede destacarse como un factor que facilita o entorpece su desarrollo y funcionamiento. Estos factores pueden inventariarse en un listado interminable de aspectos que, en definitiva, terminan siendo particulares de la relación en cuestión y que se aplican a duras penas a otro tipo de relaciones. Ante este hecho, una vez analizado un considerable número de relaciones de todo tipo, podemos proponer la siguiente síntesis de factores explicativos que vendrían a dar cuenta de casi todo aquello que fortalece o debilita la relación. Los factores se detallan a continuación:
R 8.1.1 En primer lugar, aunque no por orden de importancia sino meramente expositivo, podemos señalar los factores cualitativos entre los que destacaríamos:
. Las influencias externas, que siempre afectan a los miembros de la relación haciéndolos crecer o absorbiendo su atención y, por lo tanto, restándoles recursos de cara a las demás relaciones. Una persona aislada está más sujeta a los vaivenes de una sola relación que otra persona con una red rica de relaciones.
. El crecimiento. Cualquier miembro de una relación, a medida que va adquiriendo conocimiento y experiencia sobre la relación misma y sobre otros aspectos ajenos a ella, va transformándose en una línea que claramente se desvía del primer momento en que se estableció el vínculo. Esta desviación puede contribuir a fortalecerla promoviendo el acercamiento o la separación al otro miembro de la relación.
. Decadencia. La decadencia siempre lo es en sentido negativo y nunca fortalece una relación. Como su nombre indica supone un debilitamiento progresivo del vínculo. El motivo suele ser la desaparición de la necesidad del producto que motivó el establecimiento de la relación libre, o el incremento de los costes a todos los niveles de la relación. Muchas relaciones acumulan en sus registros una enorme cantidad de episodios negativos, con una marcada huella emocional negativa, que deterioran de una forma irreversible el vínculo. Las relaciones sentimentales son un buen ejemplo, pero no el único.
. Incremento o pérdida de recursos personales. Este motivo, muy parecido o solapado con el de crecimiento y decadencia, hace referencia explícita al incremento de recursos que hacen que una de las partes ya no necesite buscar el recurso en la otra. También hace referencia a su pérdida, lo cual supedita a esa parte a la otra para conseguir el recurso o incrementar su disponibilidad.
R 8.1.2 Si un factor cualitativo transformaba a las partes en otras, un factor cuantitativo no las transforma, pero les suma o resta fuerzas. Entre estos factores queremos resaltar dos:
. El establecimiento de alianzas. El tema de las alianzas, dada su importancia, se verá en un capítulo aparte (M 2.1), pero baste decir que el que cuenta con nuevos aliados suma sus recursos y amplía sus redes de una forma muy importante.
Aunque la alianza en sí es algo más que la suma de las partes, visto desde cada parte, el cambio puede concebirse como un aumento cuantitativo de posibilidades.
. El aumento o pérdida de recursos materiales. Aunque los recursos personales son importantes, los recursos materiales son determinantes en nuestra sociedad para lograr mantenernos en nuestra posición social y de ellos depende el alcance de nuestras estrategias. Estos recursos vienen y van, como hemos visto en el apartado que les hemos dedicado (Re 1.1).
R 8.1.3 Otro factor de enorme importancia es el que denominamos saturación. Por el concepto de saturación entendemos el punto en que las relaciones equilibran su balance en costes y beneficios. Es el momento en que las personas comienzan a pagar tanto como reciben por un vínculo que ya no resulta rentable ni satisfactorio porque empieza a reportar más obligaciones que aspectos positivos. Los matrimonios que funcionan por inercia entrarían en esta clasificación. También las personas que se dicen quemadas en un trabajo que ya no les aporta nada.
R 8.1.4 Por último, cabe destacar la importancia del cambio del entorno o de las circunstancias que motivan la relación. En el caso de las relaciones circunstanciales está claro que en el momento en que desaparezca la circunstancia que las motivó, la relación misma terminará. En el caso de las relaciones libres, está claro que si el producto que buscaban las partes ya no es necesario porque el entorno ya no lo exige, entonces la relación, como mínimo perderá su importancia y, en muchos casos, dejará de tener utilidad.
En definitiva, solo con una visión panorámica clara de la salud de la relación podremos emprender acciones en consecuencia con el fin de fortalecerla o de debilitarla. Para ello podemos utilizar los cuadros de factores de arriba a la hora de chequear la dinámica de la relación.
Dado que todas las relaciones están sometidas a la acción de múltiples variables, siempre cabe esperarse una fluctuación en ellas y no se puede esperar que permanezcan iguales en el tiempo. Esta circunstancia se suma a R 5.3.2 que afirma que la asimetría puede variarse de forma estratégica. En conclusión: siempre se puede hacer algo para cambiar el entorno interpersonal.