R 9.1 Llegamos a un punto muy interesante y muy poco comprendido: la ruptura de las relaciones. Cuando dos países llegan a un punto de desencuentro importante se nos dice que rompen sus relaciones, igual que cuando un matrimonio con hijos decide separarse, también en este caso se nos dice que han roto su relación. Es una forma coloquial de entender que la relación, que en principio estaba basada en intercambios positivos y productos gratificantes para las dos partes, ahora pasa a basarse en un intercambio negativo y que es totalmente molesto e incómodo para ambos. En este caso se ha producido una transformación cualitativa de la relación, pero los dos países están condenados a encontrarse permanentemente en los foros internacionales, y mucho más si comparten frontera, del mismo modo que el matrimonio va a tener que encontrarse continuamente por motivo de la custodia de los hijos. La relación no se ha roto en ningún caso, solo se ha transformado.
Hemos propuesto un concepto de relación que se parece mucho a lo que significa tender una línea eléctrica. Hemos visto que una vez instalado el cable puede usarse o no, pero el cable está ahí para siempre hasta que alguien lo quite. Pues bien, en el ámbito de las relaciones el hecho de quitar el cable es más complicado de lo que parece, no así dejarlo sin actividad.
Definimos una ruptura como la doble finalización de la interacción y de la relación activa. Solo podemos hablar de ruptura si se dan estas dos condiciones de forma simultánea. No puede haber nunca ruptura mientras exista algún tipo de interacción. La separación física o la decisión de no comunicar, en ningún momento suponen o implican una ruptura de la relación que de hecho existe.
El otro elemento de la definición es el fin de la relación activa. Una relación activa es la que sigue viva para los fines que se creó o para otros fines sobre los que ha evolucionado. Las relaciones activas funcionan con un intercambio de información y productos que benefician o perjudican a una o a las dos partes.
En oposición a esta relación activa concebimos lo que entendemos como relación residual, que es la que se mantiene sin uso y apenas se justifica por los registros de memoria. Las personas que decidieron no volver a verse (divorcios, despidos, traslados, etc.) guardan en su memoria unos registros de una relación que ya es historia y duerme en forma residual en el inventario de relaciones. En el momento en que las partes se vuelvan a encontrar, voluntariamente o no, la relación residual pasará a su fase activa. Una relación residual no es una relación extinguida.
Definimos la relación como extinguida cuando de hecho desaparecen los registros de memoria de al menos una de las partes. Si no te recuerdo no existes y es como si no te hubiese conocido, al menos por mi parte, porque si tú sí guardas registros, entonces partes con ventaja.
En definitiva, siempre que se producen unos efectos sigue viva su causa, en este caso la causa es la relación, que es cierto que ya no sirve para los fines que se creó, incluso que se intenta hacer que se extinga, pero que sigue ocupando y preocupando a las partes. Solo las relaciones con tan poca entidad como para no dejar recuerdos importantes acaban extinguiéndose de verdad. Las auténticas relaciones personales no se extinguen nunca.
R 9.2 Una vez definidos los términos esenciales de estos conceptos, todos ellos de finalización o decaimiento de las relaciones, pasamos ahora a detenernos en las particularidades del fenómeno de la ruptura en sí. Con fines expositivos se ha realizado un filtrado de causas de un amplio muestrario de rupturas reales para encontrar por destilación los conceptos que abajo se exponen.
R 9.2.1 En primer lugar nos vamos a detener en las causas comunes y más frecuentes de las rupturas.
. Una causa muy frecuente de ruptura es el cambio de las partes que hace que disminuya la dependencia y la asimetría. Vimos en R 5.3.6 la forma en que las personas pueden maniobrar para conseguir que tanto la dependencia como la asimetría se reduzcan manejando las variables oportunas para que beneficien a una parte o perjudiquen a la otra. Es evidente que, si las partes cambian, como pasa en cualquier elemento del ámbito de la física o la química, la combinación resulta alterada también.
. Cambio del contexto. Está claro que si el medio no es favorable provocará el cese de los motivos del vínculo hasta dejarlo sin sentido. . Abandono de P o Q por otro P o Q.
.Aparición de terceros. Es un hecho claramente observado que cuando las partes encuentran opciones más interesantes sopesan el coste y beneficios de la relación, seguido del coste y beneficios de la ruptura. También sopesan el coste y beneficios de la nueva alianza. De estos tres procesos independientes pero simultáneos, las partes obtienen sus conclusiones y pueden cambiar de relación. Cualquiera de estos tres procesos puede frenar o acelerar el cambio.
. Eliminación de un miembro de la relación por el otro. Normalmente es P quien elimina a Q, pero puede ser al revés. Es una solución mucho más drástica que las anteriores. Antes alguien decidía cambiar de relación, ahora simplemente el objetivo es romper la actual, haya o no alternativa. Vienen a la mente actos delictivos, o despidos, o cancelaciones de contratos, cambios de personal en general, etc.
. La ruptura también puede venir marcada por el propio sistema, como sucede con las relaciones circunstanciales que están sujetas a vínculos artificiales que muchas veces tienen fecha de caducidad. Es el caso de finalizaciones de contratos, de mudanzas, de finalización de cursos escolares, etc.
. Puede darse una combinación de los factores anteriores, porque la realidad es muy compleja y es difícil de encajonar en categorías preestablecidas.
R 9.2.2 Hablar de la causa de una ruptura es buscar el motivo de la separación. Ahora vamos a hablar del origen de la ruptura, algo que designa al punto desde el que se origina el proceso de ruptura o, dicho de otro modo, al autor de la separación.
. Unilateral desde P.
. Unilateral desde Q.
. Mixta.
. Desde el sistema, en el caso de las relaciones circunstanciales.
. Nula. En casos de extinción total de relaciones que ninguna parte se preocupa por mantener. En este caso la relación simplemente se desvanece sola sin que haya ruptura, por eso la llamamos nula, porque no hace falta romper para que se extinga.
R 9.2.3 Todos tenemos en mente rupturas sonadas en las que el final no viene exento de cruentas batallas con costes altísimos. Hablamos ahora de otro concepto que es el de modo, que puede adoptar dos formas:
. Por activa, es decir, con una ruptura a conciencia y deliberada.
. Por pasiva, es decir, de hecho, con una manifiesta despreocupación por cuidar la relación y retirando deliberadamente todos los factores que hacen que una relación prospere o al menos se mantenga. Una forma de romper por pasiva puede ser deliberada, dejando de atender al otro en lo que sabemos que más necesita. Pero también se puede romper por pasiva de forma natural dejando que la relación se desvanezca una vez ya no es útil o gratificante.
En el primer caso una persona puede dejar de felicitar al otro por su aniversario, puede dejar de visitarlo cuando está enfermo o podemos darle largas cuando nos llama, siempre con el fin de mandar el mensaje de que el otro no es una prioridad. Como ejemplo del segundo caso podemos pensar en dos conocidos que mantenían una relación muy pobre y dejaron de llamarse un día sin motivo para permanecen sin contacto durante décadas.
R 9.3 Cada relación es un universo de intercambios único. Se originó de una forma particular, la mantienen factores propios y se termina de una forma única. No obstante, observando numerosas relaciones rotas podemos extraer una especie de patrón del fin de su ciclo vital. Es precisamente lo que se va a exponer a continuación en forma de fases de ruptura.
. En primer lugar, las relaciones que van a romperse pasan por una fase de saturación. En este momento existe un cambio cualitativo negativo y las relaciones equilibran su balance en costes y beneficios con una resultante poco atractiva. Es el punto en el que se da una peligrosa equivalencia entre las opciones de continuar con la relación o terminarla (escapando, luchando, etc.), pero con el agravante del alto coste de romper. El coste de la ruptura siempre es una valoración subjetiva. En este momento las relaciones se enturbian, las parejas discuten por nada, las masas se sublevan contra el poder, los ambientes viciados se instalan y se cronifican, las maniobras de mantenimiento de la relación empiezan a cesar y a ceder paso a las maniobras que la condenan.
Esta fase puede ser corta o casi inexistente, pero lo normal es que se alargue mucho en el tiempo y, lo que es peor y muy importante, puede ser permanente. Las personas tienen una capacidad de adaptación y sufrimiento enorme y pueden pasar toda su vida en una fase de saturación, con todas las privaciones y las consecuencias negativas que ello conlleva. En esta fase P puede incidir y ejercer su dominio con tal dureza sobre Q que puede transformarlo cualitativamente, tal y como vemos que sucede en los casos de violencia de género.
También observamos cómo en esta fase la comunicación comienza a estar enormemente influida por los elementos de la relación, en detrimento de la mera comunicación. Un observador externo comienza a no entender los intercambios de las dos personas.
. Umbral de ruptura. En este punto la relación ya no resiste más y se rompe, pero para ello pasa por una fase de transformación cualitativa en la que P suele radicalizar su posición y suele quitarse todo tipo de máscaras para actuar de una forma abierta. En el caso de Q suele caer en decadencia degenerando la relación en cualquier sentido que le permita adaptarse al ambiente. El umbral de ruptura es también una fase que se puede cronificar sin llegar a materializarse. Las partes han dado un paso adelante en la degradación de la relación desde su fase de saturación, ahora está claro que la cosa va muy mal, pero eso no quiere decir que dejen de beneficiarse de los productos que mantienen la relación, por lo tanto, umbral de ruptura no implica ruptura.
La comunicación en este punto se usa como un arma más. Los elementos de contenido en la comunicación no tienen tanto sentido como los elementos de relación.
. Punto de ruptura, que suele ser más o menos desagradable y con intercambios muy definidos.
. Después de la ruptura viene una fase de relación residual en la que al menos una parte procura no interaccionar de ningún modo con la otra parte. Esta intención suele ser deliberada y después de la ruptura se manifiesta bastante firme. Rotos los últimos intercambios de productos, es el momento de observar el pasado desde una nueva perspectiva y de reinterpretar con toda su realidad lo que en la fase de saturación no se quería ver. Suele suceder que los valoradores pasen del blanco al negro y ahora perciban todo su pasado relacional desde una óptica más o menos negativa. Aspectos que en su día resultaban insignificantes ahora suponen grandes afrentas. La relación ahora sigue existiendo porque en su día se creó y los registros de memoria y la huella emocional no se pueden borrar, pero se valora de forma muy diferente. Las partes deciden de forma implícita y unilateral hasta qué punto quieren mantenerla inactiva y por qué período de tiempo.
R 9.4 Las partes de cualquier relación, sea cual sea su posición de dependencia, siempre tienen opciones y formas de plantear maniobras para provocar, evitar o modificar el ritmo de una ruptura.