R 7.1 Cualquier relación de dependencia tiene para las dos partes que la mantienen una serie de ventajas y de cargas. Por ventaja entendemos todo aquel producto positivo que la relación proporciona para los miembros de la relación.
También es normal que en toda relación existan una serie de cargas que de forma inevitable vienen acompañando a las ventajas. En este caso, el concepto de producto negativo puede sernos útil para definir todo aquello que nos aporta la relación, de forma residual en el caso de las libres, y de forma algo más habitual en las circunstanciales.
Imaginemos una relación circunstancial mantenida entre un padre (P) y un hijo problemático (Q). Esta es una relación sin capacidad de escapatoria por parte del padre, quien puede divorciarse de la madre y cambiar de esposa, pero nunca puede cambiar de hijo. En este caso estamos ante una relación en la que P mantiene su estatus en una relación que, en principio le da una posición de poder, pero que le acarrea enormes cargas por la gran cantidad de problemas que le supone.
Imaginemos la relación entre dos compañeros de trabajo que forman equipo y que no se llevan bien. En este caso la relación trae enormes cargas para las dos partes, sea quien sea P o Q.
Pensemos en una relación formada por un grupo de adolescentes en el que un miembro poco influyente acata las directrices de quienes forman un subgrupo de líderes. En este caso, el adolescente poco influyente se juega la integración en lo que considera su grupo de referencia y paga un precio alto al tener que soportar la enorme carga que supone renunciar a las propias necesidades para tener que seguir a los líderes. Imaginemos, por último, las enormes cargas que soporta cualquier cargo directivo en sus relaciones.
R 7.2 En cualquier relación las ventajas y las cargas pueden ser abiertas u ocultas. Sabemos qué cargas tiene el directivo del último ejemplo y vemos cuáles son las ventajas que le proporciona el cargo. Eso es algo que puede ser más o menos evidente. Lo que no podemos saber nunca es, en realidad, qué ventajas ocultas le reporta el cargo y qué cargas reales está soportando desde su subjetividad. Las ventajas y las cargas abiertas son evidencias más o menos claras, pero las ocultas solo son hipótesis a las que concedemos el estatus de verdad. Sabemos de forma abierta que el directivo está en su puesto por su sueldo y la valoración social favorable que le reporta su estatus, y nos imaginamos que de forma oculta está preparando su salto a un puesto mejor dentro de la organización. También sabemos de forma abierta que está soportando enormes cargas de trabajo, y nos imaginamos que la carga es mayor porque hemos oído comentarios de lo poco que le gustan en realidad las responsabilidades. Lo que no conoceremos nunca son los beneficios ocultos que le proporciona su cargo. Por lo tanto, sobre el terreno de lo oculto solo se pueden establecer hipótesis que raramente se pueden someter a prueba y, por consiguiente, corremos el peligro de construir teorías totalmente infundadas a cerca de los verdaderos motivos de la conducta de los demás. Estas teorías muchas veces las fundamentamos en lo que llamamos “intuición”.
R 7.3 Un caso especial de relaciones con cargas es la de la figura del líder, que es alguien que necesita ofrecer constantemente su servicio como cabeza y guía, que necesita a los otros para conseguir sus propósitos que de forma abierta son muy claros, pero que de forma oculta pueden albergar sentimientos de megalomanía, o de narcisismo, o de manipulación de grupos, o de utilización de los otros como instrumento para obtener algo de alguien o en su propio beneficio, etc. El líder siempre tiene que servir al interés de sus seguidores, de lo contrario deja de ser un líder para convertirse en un adorno visible si ha sido impuesto, o en alguien que pronto va a desaparecer de escena si ha sido elegido libremente. El liderazgo no tiene horarios y exige un desempeño permanente del papel.
R 7.4 Una situación especialmente complicada en cuanto a las relaciones de poder con cargas evidentes es la que se da en los líderes democráticos de cualquier tipo de organización. En este caso, P lo es por designación temporal por un grupo de votantes (Q) para que les gobierne. P no es libre de dominar a Q si de ellos depende su reelección. El líder electo, en este caso, tiene que venderse entrando en una situación de baja asimetría que lo iguala a sus seguidores y le restringe sus grados de libertad y sus auténticos intereses. Las cargas para quien tiene que dirigir en una situación tan simétrica a aquellos de quien depende su reelección o continuidad son importantes. En el caso contrario en que P viene designado de una forma no democrática y por una instancia superior, Q pasa a ser un recurso de P y éste último es más libre respecto a Q, con lo que deberá soportar una carga mucho menor en la relación.
Un ejemplo real puede ilustrar este punto. En una cooperativa de trabajo asociado la asamblea designaba a un presidente que hacía de director del grupo. Este miembro, una vez elegido debía procurar por el futuro de la empresa, pero siempre sin molestar a nadie con sus ideas y siempre haciendo amigos en todos los sectores de la cooperativa para poder seguir en el puesto hasta las próximas elecciones y, a ser posible, ser reelegido. En estas circunstancias los líderes que estaban dispuestos a manejar aquellas cargas eran los diplomáticos más hábiles para mantenerse en el poder, pero no eran los más hábiles para dirigir una empresa. El rumbo de la empresa fue cada vez era más tortuoso hasta que desapareció.
R 7.5 El caso más evidente de carga en una relación, sea abierta u oculta es el que se da con las denominadas relaciones de poder inversas, en las que la posición más ventajosa siempre es la del dominado. Es el caso de sujetos pasivos, incluso de pasivo-agresivos, que fuerzan su condición de inferiores para que su responsable (P) les solucione sus problemas. Pasa con los subordinados “fieles” que “necesitan” para todo al jefe, pasa con los hijos que se esfuerzan por necesitar más ayuda de la que en realidad precisan. Las cargas para P son gravosas, pero para Q es muy ventajoso y confortable mantener la relación desde la inferioridad. Cuando la relación no se puede romper por parte de P, como pasa con el padre y su hijo, entonces el poder real de Q desde su inferioridad es digno de tener en cuenta.