RE 1.1 Los recursos se dividen en personales y externos.
Los recursos personales son las dimensiones patrimoniales que configuran la personalidad de cada individuo. Estamos hablando de todo aquello que posee la persona en tanto que tal, independientemente de su entorno. Hablamos, por lo tanto, de conceptos y de entidades subjetivas que no siempre son mensurables alegremente con instrumentos de cruz y raya, y que abarcan las típicas dimensiones que miden los test de todo tipo, pero también de la habilidad para empatizar, la capacidad para dominar la emotividad, la facilidad de palabra, el dominio del manejo ante el público, la inteligencia emocional, los conocimientos técnicos, la sensación de dominio y de seguridad absoluta, la propia imagen, etc. En definitiva, es aquello que siempre tendría cualquier persona que fuese transportada ilícitamente a una sociedad imaginaria, en la que no fuese nada ni nadie ni tuviese conocidos, y se tuviese que valer solo de su persona y personalidad para sobrevivir.
Los recursos externos, por el contrario, dependen del exterior totalmente y abarcan aspectos tales como los recursos materiales (el dinero, por supuesto), las redes y contactos sociales, las fuentes de información, la información en sí, el nivel en la jerarquía, la exclusividad de la posición sea cual sea, etc. Son recursos que precisan de un sistema social seguro y estable para funcionar. Son de la persona, pero no son personales en su origen porque dependen del entorno para ser lo que son.
RE 1.2 Son en función de los demás. Es decir que podemos pensar que se produce una resultante fruto de la medición y comparación de los recursos percibidos. Suele decirse que “en el país de los ciegos el tuerto es el rey” y por ahí va nuestra segunda dimensión. Mis recursos dependen de cómo sean los recursos de la competencia, porque en las relaciones de poder, la ponderación y comparación de recursos supone un proceso constante y permanente de medición con el otro. Lo que resulte de ese proceso, y esto es muy importante, no dice nada de cada una de las personas, sino de la unión misma entre ellas, es decir, de la relación. En el mundo del deporte, por ejemplo, se valora quién es el mejor en determinada prueba. Pero ser el mejor en un determinado momento no es una propiedad de la persona, sino del grupo. Ser el mejor atleta supone que de un grupo de personas yo soy el que mejores resultados obtiene, por lo tanto, de mi grupo soy el mejor, pero ¿soy bueno? Si corro en una carrera con doscientos discapacitados y gano, soy el mejor, ¿pero soy buen corredor? ¿qué pasará cuando corra con gente como yo sin discapacidades? Ganar o perder supone comparar el rendimiento de alguien con una muestra reunida en ese momento, si la muestra tiene calidad el valor del triunfo será importante, pero si no la tiene será irrelevante. De todas formas, no dice nada de nadie de la muestra, solo lo dice del grupo.
En las relaciones de poder pasa igual porque es el contexto el que fija el nivel mínimo de exigencia para lograr la situación de poder, por lo tanto, es el grupo el que establece el estándar de exigencia y el valor de mis recursos dependerá de la relación en particular, no de mí ni del otro.
Hay también recursos que provienen de la carencia del otro, de este modo, sin tener casi nada, en ese contexto puedo tener un valioso recurso después de comparar nuestras fuerzas. Incluso, puedo tener un recurso valioso sin tener nada de nada. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando sin proponérmelo le doy miedo a alguien o despierto en él aversión. Si sé manejar esta situación a mi favor, entonces estoy en una posición favorable en la relación de poder, porque la naturaleza de mi recurso reside en las carencias del otro. Es el caso extremo en el que un recurso (que no existe) lo es en función del otro (de sus déficits).
RE 1.3 Solo es un recurso si se recurre a él. Un recurso es algo a lo que se recurre, pero si no es así, deja de ser un recurso del mismo modo que si no existiera. A cualquiera le vendrá a la cabeza el jefe que no es capaz de ejercer su cargo, los cursos o conocimientos adquiridos que no se aplican, los recomendados que renuncian a sus influencias, los hijos que no quieren la cómoda ayuda de sus padres influyentes, etc. Son todos ellos casos en los que el recurso existe, pero se abandona hasta que adopta el estatus de no existencia, y de hecho se reduce a la nada.
RE 1.4 Se debe querer usarlo. Es una dimensión que viene directamente de la anterior. Por muchos recursos de que se disponga, si no se quieren usar es como si no existiesen. Pensemos en la fuerza: el que está en situación de ejercerla puede renunciar a ella por principio, por lo tanto, es como si no dispusiera de ella. Lo mismo sucede con quien tiene una capacidad personal extraordinaria que se niega a exteriorizar.
RE 1.5 Se debe saber usarlo. Sucede incluso en los recursos personales, que las personas suelen desperdiciarlos por no saber hacer un buen uso de ellos. Antes hemos mencionado la existencia de una especie de metahabilidad que consiste en saber manejar bien las habilidades personales. Sea como sea, para no complicar más las cosas, todo el mundo sabe que con muy poco se puede obtener mucho si se sabe usar bien. Pensemos en las fortunas que se pierden en poco tiempo en malas manos, o las personas con cualidades personales excepcionales como la inteligencia que no se aprovechan apenas, o las ventajas jerárquicas que se desperdician por falta de habilidad, etc. En cualquier caso, no es lo mismo disponer de recursos personales que disponer de la habilidad para manejarlos.
RE 1.6 Debe ser percibido como tal. Es fácil que determinadas personas no sepan reconocer la existencia de recursos que usan a diario. Pensemos en una persona que se desenvuelve en un medio hostil y que tiene muy mal carácter. Esta persona es respetada a diferencia de sus compañeros porque cuando se le molesta suele responder creando problemas de todo tipo. Él no se da cuenta, pero su falta de habilidades sociales le protege del entorno de una forma muy sencilla y eficaz. En este caso tiene un eficaz recurso que no identifica como tal. Cualidades personales que agradan o desagradan a otros pueden pasar inadvertidas a los inventarios de recursos. Incluso medios externos que están al alcance de la mano pueden escapar del inventario de la forma más natural. Si un recurso no es percibido como tal, entonces no es un recurso, es entorno.
Del mismo modo, si se usan los recursos de forma estratégica para crear determinada impresión en el otro, es imprescindible que sean percibidos como tales. De nada sirve, por ejemplo, intentar asustar con el uso de la fuerza si el otro no nos percibe fuertes. Muchas veces conviene de forma estratégica hacer gala de recursos para no tener que utilizarlos. Lo saben bien las superpotencias cuando “prueban” su armamento ante los ojos del adversario.
RE 1.7 Los recursos se adquieren y se pierden. Cuando hablamos de recursos lo hacemos de una forma genérica y abstracta, incluyendo en el término los personales y los externos. En cualquier caso, y de forma siempre particular, los recursos van y vienen. Si nos fijamos bien vemos que se aprenden, se plagian, se roban, se compran, se ceden, se acumulan, se perfeccionan, se olvidan, se pierden, se usan mal, mutan… y un largo etcétera de cualidades que se pueden aplicar a cualquier herramienta, que en definitiva es lo que son.
RE 1.8 En cuanto al uso se organizan en favoritos y frecuentes frente a extraordinarios e infrecuentes. Como en todo en la vida, las personas tienen sus recursos favoritos a los que recurren con frecuencia, bien por su eficacia, bien por su comodidad o por el simple hecho de ser los más frecuentados y más conocidos en cuanto a su manejo. Esto hace a las personas previsibles y cómodas en el uso de unos pocos recursos. En el caso de los recursos personales es fácil que los agentes de poder se especialicen en el uso de, por ejemplo, el recurso de producir temor en el otro, algo fácil y cómodo para quien no valora demasiado al otro como persona. Aparte de este recurso, también es fácil que cualidades personales determinadas sean explotadas en detrimento de otras, probablemente mucho más efectivas, pero menos recurridas.
RE 1.9 Los recursos son sustituibles entre sí. En este caso, el recurso comodín por excelencia es el dinero, que puede sustituir a casi cualquier otro recurso, al menos material. Fuera de un ejemplo tan evidente, es fácil encontrar recursos que compensan a otros en cualquier ámbito. Lo importante en este caso es la habilidad para compensarlos y sustituirlos. No es fácil a veces sustituirlos, debido a las inercias que generan años de especialización en el uso de un recurso, pero siempre pude encontrarse un sustituto, aunque para ello haya que replantear toda la estrategia de acción.
RE 1.10 La comparativa de recursos es una cuestión ordinal. El poder es una cuestión ordinal en la que lo único que cuenta es ser el más poderoso. Ser inmensamente poderoso es irrelevante y un despilfarro de recursos. Lo importante es superar al adversario de una forma desahogada y segura. A más herramientas, más posibilidades de trabajar en asuntos más complicados. Unas pocas herramientas en proporción desmesurada ayudan también a superar al adversario. Pero una inmensa cantidad de recursos o de cantidad de un recurso, solo sirve para blindar la posición y nada más. Es más, en el caso de recursos externos, muchas veces, un exceso de recursos implica el trabajo y el coste extra de tener que mantenerlos, lo cual puede suponer una carga costosa. Es importante valorar los recursos en su justa medida y en su justo valor sabiendo que, al final, lo que cuenta es superar ordinalmente al otro y poco más.
RE 1.11 Siempre suele ser mejor la calidad que la cantidad. Un recurso manejado con habilidad y maestría suele ser preferible a muchos manejados de forma rudimentaria. Si el adversario se desmoraliza ante nuestra habilidad en el manejo de nuestro recurso, entonces todavía manejará de forma más torpe los suyos, por muchos que tenga.