Cualquier persona se mueve por unas necesidades primordiales que constituyen el norte hacia el que se dirige todo su proyecto vital.
¿Qué entendemos por necesidades primordiales?
Las necesidades primordiales suponen el motivo último que mueve y dirige a cualquier persona. Es la razón íntima más poderosa e inexplicable que la conduce y la impulsa. Es, en definitiva, lo que termina dando sentido a nuestras vidas.
Cualquiera de nosotros nos pasamos la vida imaginando qué está detrás de la conducta de cualquier persona. Solo podemos imaginarlo porque no podemos asomarnos a ninguna realidad interior objetiva para comprobarlo. Es por ello que elaboramos lo que llamamos modelos mentales automáticos a cerca los motivos de los demás. Esto lo hacemos de forma automática en nuestras interacciones del día a día.
Dentro de esos modelos que vamos elaborando está el de nuestras propias necesidades, porque es un hecho que las personas nos conocemos menos de lo que nos pensamos. En realidad, solo acabamos conociéndonos bien cuando nos metemos en problemas y en situaciones exigentes. Se puede decir que nosotros también elaboramos el modelo de nuestras propias necesidades personales.
Te presento las 20 necesidades primordiales más comunes para que puedas comprobar hasta qué punto te sientes retratado en ellas o, del mismo modo, hasta qué punto describen a las personas que te rodean.
¿Por qué 20 necesidades primordiales?
Las necesidades que vamos a enumerar son las más habituales de cuantas se dan en una sociedad como la nuestra. Es evidente que una persona puede estar movida por más de una necesidad de las expuestas.
También está claro que las necesidades se manifiestan de modo diferente dependiendo de las personas. Incluso, en una misma persona la misma necesidad se puede manifestar en diferente intensidad dependiendo del contexto y de la importancia de la situación.
De todos modos, es complicado encontrar a alguien que no esté representado por algunas de las 20 necesidades reseñadas a continuación.
¿En qué se concretan esas necesidades?
- Ser admirado y valorado. No hace falta ser un narcisista declarado para disfrutar de la admiración de los demás. El problema surge cuando alguien hace de ello el motor de su existencia, en ese caso puede llegar a resultar un problema para los demás. Sobre todo puede llegar a ser un problema cuando se trata de alguien competitivo que no soporta verse eclipsado, máxime si goza de cierto poder en su entorno.
- Saberse el número 1. Estas personas no buscan necesariamente la fama, solo quieren colgarse la medalla mental que supone ser el primero en llegar, el que más bien hace algo, el que despunta en el grupo, en definitiva. No debemos olvidar que ser el número 1 de un grupo no es una cualidad del miembro de ese grupo, sino que es una cualidad del grupo mismo, porque alguien es el número 1 siempre en relación a los demás, lo cual no es garantía de ser bueno necesariamente. Todo depende de cómo de menos buenos sean los contrincantes. Eso es así en todos los ámbitos de la vida en los que queremos ser los números 1.
- Ser el centro de atención. Para estas personas no es prioritario ser valorados, ni famosos, ni los números 1. Su verdadera necesidad primordial es ser observados. Es el paradigma del histriónico. Estas personas disfrutan captando la atención de los demás, sin más pretensiones.
- Aparentar una imagen. Son personas que se enamoran de un personaje al que adoran y representan día a día. Su personaje ideal puede ser un guerrero, o alguien con aires de millonario, alguien culto, rudo, seductor, antisistema, aventurero, elegante, un payaso hilarante, etc. El personaje es lo de menos, lo importante es su cliché, el esquema que mueve todos sus movimientos, mensajes y formas.
- El gregario que necesita hablar con otros. Son personas que necesitan de una forma exagerada a los demás, porque sin el rebaño no son nada. Necesitan interactuar en todo momento y sus opiniones vienen de los otros, o son lo que son en función de las opiniones de quienes les rodean. Es un rasgo que solemos encontrar en muchas personas que no saben estar solas ni un minuto en su vida.
- Pertenecer a un grupo de referencia. Muchas personas no necesitan tanto hablar y encontrarse con otras, como el hecho de saberse aceptadas y “nombradas” miembros de un grupo de importancia en su vida. Hay quien orienta toda su vida al hecho de entrar en determinados círculos, bien de forma directa, o bien de forma secundaria para lograr en ese ámbito particular cubrir otra necesidad mucho más importante.
- Ser querido por todos. A todos nos gusta que nos quieran. Eso es algo sano y saludable. El problema viene cuando necesitas la aprobación de absolutamente todo el mundo. En esos casos en los que alguien se vuelve hipersensible al rechazo o a la crítica, los demás terminan teniendo un auténtico problema con él. Estas personas pueden resultar problemáticas en un ambiente mínimamente exigente u hostil.
- Explicarse, escucharse. Hay quien vive para definirse y explicar a los demás sus opiniones. Son aquellos que actúan permanentemente como profesores allá donde van. En los grupos pueden crear cierto rechazo. Muchas veces se explican molestamente para afirmar sus inseguridades con la complicidad de su público que los escucha, la mayoría de las veces por mera educación. Otras veces son personas egocéntricas con pocas habilidades interpersonales incapaces de ver más allá de ellos mismos.
- Mandar, dominar, imponer. También hay quien vive para gobernar a los demás sobre una estructura de normas y valores que él mismo despliega de forma más o menos impuesta. Estas personas no soportan que les dirijan, lo cual es un problema cuando son subordinados y tienen un ego algo. Otras veces, siendo dirigentes, terminan confundiendo su rol profesional con su necesidad personal de salirse con la suya, para desgracia de sus subordinados.
- Saberse el rey indiscutible. Es un paso más al anterior, porque no solo les gusta gobernar a los demás, además sienten pánico a la competencia, cosa que al anterior muchas veces le da estímulos para demostrar su valía o, incluso, tener competidores le servía de coartada para enrocarse en su actitud. Al rey indiscutible con esto no le basta y dirige todos sus esfuerzos en eliminar a los opositores, sean quienes sean y vengan de donde vengan.
- Ser confirmado. Resulta exasperante tratar con personas que necesitan en todo momento saberse confirmadas en sus decisiones y actos. Son personas inseguras que precisan del consentimiento de los otros en cada paso que dan. Si además les gusta hablar, las conversaciones pueden ser circulares y girar siempre de forma egocéntrica sobre ellos mismos.
- Poseer a los demás en exclusiva. No es preciso recurrir a la figura evidente del celoso para encontrarlos. Muchas personas mantienen una actitud posesiva que, sin necesidad de llegar a los celos, hacen de ellos auténticos pulpos sociales que absorben a una o dos personas en exclusiva. Si las personas absorbidas no son conscientes de ello terminan perdiendo gran parte de sus relaciones sociales de una forma lenta, pero segura. Son personas que pueden ser muy tóxicas.
- Independientes desvinculados. Son corazones libres que soportan mal las ataduras y la vinculación con ideas o personas. Valoran su libertad como una necesidad vital y orientan su vida a todo aquello que suponga permanecer con la sensación de no pertenencia. Muchas veces son personas inmaduras, eternos niños, personas complicadas en ocasiones, pero muy necesarias en otras. No siempre lo más recomendable es seguir al rebaño, pero ser excesivamente huidizo tampoco garantiza la felicidad.
- Territorialistas. Muy parecidos a los anteriores, pero diferentes. Estas personas valoran mucho su espacio, sus planes y su estatus. No soportan que nadie lo invada, pero ello no es obstáculo para que prefieran el calor del rebaño a la fría libertad. Estas personas suelen ser muy problemáticas y difíciles en su convivencia. El egoísmo es su seña particular y los demás terminan siendo recursos para ellos.
- Conservadores radicales. Son personas que, independientemente de su ideología o su credo, se aferran a sus ideas y costumbres que no cambian absolutamente en nada ni nunca. Estas personas resultan muy complicadas. Sus sistemas suelen ser tan rígidos, que no es difícil encontrar en ellos facetas hipócritas en las que se desenvuelven muy en contra de sus principios cuando les conviene. Por lo demás podemos imaginar lo complicado que es convivir con ellos.
- Activistas reaccionarios. También independientemente de su ideología o credo, estas personas son activistas de sus causas que defienden con vehemencia. Son personas que luchan y reaccionan contra el medio que les resulta hostil. En su fondo siempre hay un poso de resentimiento que manifiestan disfrazado de lucha en pro de sus causas. Gracias a ellos la humanidad ha avanzado muchas veces, pero también han provocado grandes calamidades.
- El curioso. No es preciso imaginar a un grupo de personas aburridas cotilleando a cerca de la vida de los demás. Los curiosos también son las personas de bata blanca que en sus laboratorios descubren remedios para nuestros problemas, o son artistas que nos descubren tendencias nuevas, o innovadores que prueban constantemente nuevos caminos. La curiosidad es una necesidad primordial más que puede terminar en virtud o en problema.
- El de los retos propios. Estas personas necesitan en todo momento fijarse metas, imposibles que alcanzar, montañas que escalar, batallas que ganar, etc. Al final son los grandes luchadores que ganan las guerras, pero también suelen ser personas egoístas que viven para ellos. Los demás también terminan siendo un recurso para lograr sus fines narcisistas.
- El expansionista. Son personas muy parecidas a las anteriores, pero su objetivo es crecer, y crecer, y crecer. En lo que sea. Sea ello un reto o no. La cuestión es ir a más. No soportan la rutina ni la estabilidad vitalicia. Necesitan continuamente hacer balance y restar las diferencias de lo mucho que tienen ahora con lo que tuvieron en el pasado. Estas personas que necesitan crecer por crecer pueden terminar muy mal y arrastrar con ellos a personas que les siguen por afecto.
- Los fisiológicos. Son aquellos dominados por necesidades primordiales básicas donde las haya, como es el caso de la comida, el sexo, las adicciones, etc. Estas personas sucumben a la fisiología y viven presas de estas necesidades que condicionan toda su vida.
¿Para qué puedo utilizar todo esto?
Para tomar conciencia de las necesidades de aquellos con quienes te rodeas. También para tomar conciencia de tus propias necesidades primordiales. Así mismo, si trabajas con personas el listado te proporciona una fuente importante de información para elaborar perfiles profesionales o, lo más importante, para elaborar mapas de incompatibilidades que podrás poner negro sobre blanco, en informes claros a cerca de los integrantes de los grupos que observas.
¿Cómo se combinan estas necesidades primordiales?
Evidentemente una persona puede manifestar más de una de estas necesidades primordiales. Como hemos comentado antes, dependiendo de la intensidad con la que se manifiesten terminarán conformando los rasgos evidentes de la personalidad.
Otra cosa distinta es el modo en que diferentes personas se juntan con necesidades diferentes. Si se juntan dos reyes, habrá guerra. Si se junta un hablador gregario con un espíritu libre, habrá ruptura. Si se junta un dominante con un sumiso… etc.
Este tema es un poco más complejo y entra más de lleno en el apasionante mundo de las relaciones, así que lo dejaremos para otro trabajo.