Las relaciones circunstanciales son los efectos colaterales de las relaciones que establecemos libremente. Cualquier relación libre, a nivel sentimental, empresarial, política, o del tipo que sea, lleva implícitas otras relaciones circunstanciales que no se eligen y que vienen añadidas a la primera.
Con un sencillo ejemplo se entenderá muy bien a qué nos referimos con el concepto de relaciones circunstanciales. Una persona elige a su esposo, pero no elige a su suegra o a su cuñada. O algo muy típico, cuando una persona se vincula con una empresa no elige a sus compañeros ni al jefe de turno que la va a dirigir. Todo ello son relaciones circunstanciales, no elegidas, que vienen añadidas a la relación principal que en su día se eligió establecer de un modo libre.
Las relaciones circunstanciales son lo opuesto a las relaciones libres.
¿Qué caracteriza a las relaciones circunstanciales?
Las relaciones circunstanciales pueden ser más o menos del agrado de una persona, pero ello no influye para que permanezcan o no en el tiempo. Es el valor de la relación original libre que las originó el que pesará a la hora de romper la relación por una sobrecarga de efectos negativos aportado por la relación circunstancial.
Las relaciones circunstanciales son aquellas relaciones colaterales que establecemos cuando iniciamos una relación libre
Si no soporto a tus parientes y no puedes separarte de ellos, necesito pensar si puedo seguir viviendo así. Siendo que siempre hay alternativas para casi todo en esta vida, es posible que las relaciones circunstanciales hagan inviables las relaciones originales libres y tenga que romper la relación.
Otras veces no es tan sencillo terminar con las relaciones circunstanciales, porque el valor de las relaciones libres es tan importante que es inviable eliminarlas. Incluso hay veces en que es imposible romperlas porque nos encontramos inmersos en ellas en contra de nuestra voluntad. Es el caso de quien está privado de su libertad de decidir, bien sea por causas ilícitas o lícitas. En este último caso podemos pensar en un menor o en un anciano que no puede desligarse de sus guardadores de hecho.
Este tema es muy importante porque puede ser el origen de una larga vida amarga y gris sin aparente alternativa.
¿Cuántas relaciones circunstanciales tenemos?
En la mayoría de los casos, nos solemos desenvolver entre la enorme red de relaciones circunstanciales que provienen de unas pocas relaciones libres.
Hay algunas relaciones libres que proveen tantas otras circunstanciales que se nos llega a olvidar su origen libre. Sería un ejercicio intelectual interesante seleccionar todas las relaciones circunstanciales que no nos apetece mantener y determinar la relación libre de la que proceden. Podemos llevarnos la sorpresa de que quizá estamos relacionándonos con gente que no nos conviene por pura inercia. Las relaciones libres se pueden debilitar y hasta romper. Teniendo claro cuál es la relación que lo origina todo nos podemos plantear cambios en este sentido.
Las relaciones circunstanciales no pueden romperse sin romper primero las relaciones libres de las que derivan. Si yo no soporto a mis compañeros de trabajo, entonces tendré que renunciar a él y, de este modo, solo al desvincularme de la empresa o del departamento, dejaré de convivir con ellos.
Normalmente sucede que las peores relaciones circunstanciales que tenemos no podemos romperlas de ningún modo. En gente sana, este hecho motiva un cambio de actitud para poder sobrellevar la convivencia lo mejor posible. En gente complicada, ocurre todo lo contrario y, cuando la interacción se enturbia, entonces todavía lo complican más con mensajes tóxicos que añaden más inestabilidad a la relación. El objetivo en este caso, dado que la relación no se puede romper, pasa por fines perversos que satisfacen necesidades profundas de dominio y de marcado del territorio.
Cuando alguien pasa a ocupar el centro del espacio psicológico de la persona con la que interactúa, entonces obtiene cierto dominio y un poder añadido sobre él, en tanto que le obliga a renunciar a manejar otra información y, al mismo tiempo, le obliga a dedicar tiempo y recursos a solucionar los problemas que le plantea. Este poder se ejerce independientemente del lugar que ocupe en el organigrama oficial.
¿Por qué es importante revisar mis relaciones?
Resulta impresionante la forma tan simplificada en que las personas asumen la naturaleza compleja de sus relaciones. De esta simplificación surgen problemas de complicada solución, que se alargan en el tiempo, muy costosos a todos los niveles, y que terminan en procesos de mediación paternalistas que muchas veces los acaban complicando todavía más.
Cualquier proceso de mediación debe comenzar con un buen mapa de las relaciones libres y circunstanciales que rodean al escenario conflictivo. A partir de ahí, se debe intentar averiguar cuál es la esencia de estas relaciones libres, qué las refuerza y las debilita, qué las amenaza con romperse o qué las protege de desaparecer.
En definitiva, debemos analizar muy bien la relación, así como reflexionar sobre cada una de los puntos expuestos anteriormente para, después de este ejercicio mental, terminar descubriendo todas las cargas que conlleva.
Muchas veces, quienes trabajamos en el terreno de lo interpersonal, nos lanzamos al terreno de lo afectivo saltándonos todo este análisis y eso supone una simplificación, porque cada relación tiene un origen y una naturaleza, aparte de que origina otras con cargas y provee de productos ocultos compensatorios que hay que detectar.
El análisis de la relación es muy útil cuando se trabaja por fortalecerla o por debilitarla, por ejemplo, en el caso de la consolidación de las propias alianzas o en el caso del trabajo por romper las alianzas del rival.
En cualquier caso, es útil para trazar el mapa de la situación de cara a iniciar cualquier maniobra para influir en el entorno relacional, bien sea en contextos terapéuticos o estratégicos.
En el caso de relaciones patológicas es útil estudiar su naturaleza para entender su estructura con vistas a una intervención que las transforme, las mejore o las destruya.
Debemos pensar en nosotros como hechos relacionales, como si la unidad mínima de estudio fuese la relación y, solo entonces, podremos orientarnos para entrar en terrenos embarrados y desagradables como pueden ser los de violencia de género o acoso en el aula o en el trabajo. Todo ello debemos hacerlo sin hipocresías y asumiendo el papel que nos asigna la sociedad, de forma activa, incisiva y destructiva hacia estas relaciones perniciosas y, en algunos casos, delictivas. Estudiar los fenómenos está muy bien si sirve para cambiar lo que no funciona, pero estudiar para teorizar, supone una pérdida de tiempo y recursos.
En definitiva, es útil ser consciente de la naturaleza de nuestras relaciones, porque no podemos influir en el entorno si no lo conocemos bien, y las relaciones constituyen y son todo nuestro entorno social más próximo.
¿Cómo manejar las relaciones circunstanciales?
Este tema de las relaciones circunstanciales es tan importante que debe estudiarse conociendo primero los fundamentos de la naturaleza de la relación. Es importante conocer estos fundamentos porque este conocimiento provee de las herramientas suficientes para transformar la realidad relacional y, de forma específica, las relaciones circunstanciales. Te invito a conocer estos fundamentos para poder moverte con habilidad en el difícil terreno de la dinámica y estrategia interpersonal.