Interacción

Secretos de la comunicación interpersonal. Interacción primaria

Comunicación interpersonal

Muchas veces no entendemos cómo es posible que nuestra comunicación interpersonal funcione tan mal. Sucede que incluso antes de interactuar con la otra persona ya percibimos que las cosas no van a ir bien. ¿Por qué? ¿Qué factores determinan esta situación? La respuesta en esta fase previa de la interacción está en lo que entendemos por interacción primaria.

¿Qué es la interacción primaria?

La interacción primaria es aquella que se produce cuando nos encontramos con otra persona, por el solo hecho de encontrarnos con ella, sin que se emita mensaje alguno. La comunicación interpersonal empieza por aquí, con el encuentro.

La presencia del otro nos influye y nos hace reaccionar. En parte, podemos decir que la percepción de su persona es un mensaje para nosotros, un estímulo que nos provoca una respuesta psicológica y fisiológica (“Lo veo y se me revuelve el estómago”).

La interacción primaria es aquella que se produce cuando nos encontramos con otra persona, por el solo hecho de encontrarnos con ella, sin que se emita mensaje alguno.

Sobre este concepto podemos pensar que el otro es una especie de objeto al que reaccionamos sin más, pero resulta muy interesante listar algunas de las variables que nos influyen en este proceso de percepción aparentemente simple. Para ello hemos listado algunas de ellas, con el fin de conocerlas y saber reconocerlas en tiempo real cuando interactuemos con los demás.

Comunicación interpersonal. Factores de la interacción primaria

Lo que hemos denominado como los a priori determinantes (I 2.4) ya los hemos comentado cuando hemos hablado de los automatismos y guiones en la parte teórica (I 2.4). Solo recordar que cuando vemos al otro lo clasificamos y focalizamos la percepción en todo lo bueno que es o, por el contrario, en todo lo pésimo que resulta, haga lo que haga o diga lo que diga. Todo ello en menor o mayor grado, claro está. Lo vemos en cualquier tipo de comunicación interpersonal, pero sobre todo es muy evidente cuando debatimos sobre política. Diga lo que diga el adversario es criticable y diga lo que diga el aliado es razonable. Somos así.

Los factores físicos exhibidos son todos aquellos símbolos que escogemos cuidadosamente y que nos definen como el personaje que hemos escogido. Si queremos dar una idea descuidada, aventurera, casual, por poner un ejemplo, nuestra ropa, coche, casa, adornos y demás señales que exponemos deben ir en la línea de nuestro personaje. Si queremos dar apariencia de magníficos doctores, entonces enmarcaremos cualquier diploma, buscaremos determinados edificios para situarnos, nos vestiremos rígidamente formales de sanitarios, etc. Si es verdad que una imagen vale más que mil palabras, y que los primeros cinco minutos lo determinan todo, entonces no podemos dejar de cuidar esta variable.

El punto en que quedó la relación nos influye a nivel emocional dramáticamente. Si nos vamos a ver con nuestro agresor sexual en el juicio, su sola presencia provoca en mí un terremoto fisiológico. Sin ser tan extremos, una relación que ha dejado una buena herencia de momentos agradables se retomara con agrado y al contrario. Muchas personas conocen muy bien este punto y se preocupan por dejar clara su imagen desde el primer momento para vivir de renta en futuras interacciones primarias. En el ejemplo del agresor sexual la huella emocional es indeleble, en el caso de encuentros neutros no es tan importante, pero siempre determina el inicio de las interacciones de un modo u otro.

La valoración de las dependencias por las dos partes supone un gesto automático en cualquier comunicación interpersonal, podríamos decir que inconsciente, que se produce desde el minuto cero en que nos encontramos. De ese cálculo de hasta qué punto dependemos del otro va a depender también la forma en que vamos a sobrellevar la desagradable huella emocional o, al contrario, la forma en que vamos a poder evitar, ignorar o desdeñar al otro.

También, en este sentido, todos tenemos planes no conscientes y utilizamos a los demás como recursos para satisfacer nuestras necesidades. Por lo tanto, el cálculo de la forma en que el otro se ubica en mis planes es también instantáneo y determina mis reacciones en la interacción primaria.

Probablemente, mi huella emocional negativa que altera mi mundo visceral cuando veo al otro se pueda sobrellevar bien si necesito a esa persona para obtener algo. La comunicación interpersonal se encarará entonces de otro modo y con otro talante.

Tan instantáneos y rápidos como somos para saber si es bueno o malo interactuar con el otro, lo somos también para ubicarlo en un contexto determinado que habremos valorado con la misma rapidez casi instantánea. Los contextos crean extraños compañeros de viaje cuando no hay más remedio que compartir espacios, tareas o problemas con determinadas personas, que son las que son, nos guste o no.

Nuestro mundo interior de creencias, prejuicios y suposiciones nos llevará siempre a atribuir a los demás intenciones, necesidades y motivos, así como sus propias creencias, sus propios prejuicios y sus propias suposiciones. Todo ello lo viviremos siempre como la percepción de la realidad, aunque todo sea producto de nuestra capacidad para construir nuestro mundo social siempre particular y, probablemente, equivocado. En todo caso esa es nuestra realidad y, por lo tanto, influye en nuestras interacciones primarias.

El asunto de los terceros presentes es muy interesante, porque el hecho de que aparezcan en un momento dado hace que nos sintamos más seguros, más libres, más sueltos, más respaldados, más superficiales, o más inseguros, más cohibidos, más temerosos, más comedidos o más prudentes. Los terceros modifican nuestra realidad presente y es muy importante tenerlo en cuenta porque hay personas que cambian de una forma exagerada cuando a su personalidad se le suma la del otro significativo. Por lo tanto, si tenemos que abordar a alguien para que reconsidere una decisión que no nos interesa, lo haremos en ausencia de ese tercero que le hace crecer o le hace menguar.

El punto reseñado del umbral de sensibilidad a la amenaza al inicio de la interacción nos lleva a pensar que un umbral de sensibilidad bajo desinhibe y, lógicamente, un umbral alto retrae. Por lo tanto, si queremos aprovechar esto en nuestro beneficio, previamente nos habremos preocupado por idear el modo de elevar ese umbral en alguien con el que vamos a enfrentarnos. Partes muy inhibidas suelen dar muchos rodeos, recurren a terceros, utilizan vías alternativas para no afrontar los problemas, etc. Partes muy desinhibidas viven en una confrontación más o menos violenta permanentemente. Si se da el caso de que una de las partes tiene el umbral muy alto y la otra muy bajo, podemos imaginar que la que lo tiene muy alto tiene todas las de perder, por mucho que merezca ganar. Debemos tomar conciencia de todo esto, porque consiente o no consciente, lo valoramos en la interacción primaria.

Por último, la capacidad de inferir los estados del otro con facilidad, y con fiabilidad, nos asegura un cálculo justo y válido de cara a iniciar una interacción secundaria productiva. Si no podemos imaginar que le pasa por la cabeza al otro, entonces nuestra comunicación puede resultar un desastre.

¿Para qué me sirve todo esto en mi comunicación interpersonal?

Si nos fijamos en el listado de variables anterior, incompleto, sin duda, nos daremos cuenta de que con nuestra sola presencia provocamos un cambio en los demás, sin comunicarles nada y sin hacer o pensar nada.

Por parte del que nos percibe, sus pensamientos y percepciones le condicionan y le predisponen. Vemos que el proceso de interacción primaria es un momento casi mágico en el que las partes cambian solo con verse. Por lo tanto, si estoy ayudando a alguien en estos temas al estilo coaching o psicoterapia, como si estoy intentando aclararme en mi vida interpersonal, siempre debo tener en cuenta estas cosas y trabajarlas al máximo.

La interacción es algo muchísimo más rico y complejo que decirse cosas. Además, estos puntos se pueden trabajar, solo para tomar conciencia o para modificarlos. En cualquier caso, tener en cuenta la interacción primaria nos ayuda a descifrar reacciones y problemas aparentemente incomprensibles. Después estaremos preparados para entender las complejidades de la interacción secundaria. Solo cuando entendamos estos dos importantes conceptos nos podremos considerar unos expertos en comunicación interpersonal.

Ahora que conoces los secretos de la interacción primaria puedes pasar a entender los secretos de la interacción secundaria para convertirte en todo un experto en comunicación.


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Como psicólogo, después de toda una vida dedicada a la gerencia y organización de grupos pienso que el ser humano no puede entenderse si no es en relación con los demás. Me alegro de poder compartir contigo mis aprendizajes a cerca del complicado mundo relacional.
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